LA SOCIEDAD Y LA ECONOMÍA DEL PERIODO FEUDAL


IMÁGEN CARACTERÍSTICA DEL PERIODO FEUDAL

LA SOCIEDAD Y LA ECONOMÍA DEL PERIODO FEUDAL

La sociedad y la economía del período feudal

La jerarquizada sociedad medieval podría representarse por una pirámide, cuya cúspide la ocupaba el rey, que era señor de todos y vasallo de nadie.

En un peldaño más abajo se ubicaban los grandes vasallos: duques, condes y marqueses, con feudos extensos.

Luego se situaban los vasallos menores, poseedores de pequeños feudos.

Por último, los campesinos, entre los cuáles había que diferenciar los siervos y los campesinos libres, y dentro de estos últimos, los colonos y villanos.

Los siervos no eran esclavos, eran arrendatarios de pequeñas porciones de tierras del señor, llamadas mansos, por las cuáles debían abonar dinero, o trabajos personales en las tierras del señor, llamadas reservas, o parte de las cosechas. Su situación era la de mayor sometimiento. Estaban atados a la tierra, y se vendían con ella. Cumplían tareas domésticas y agrícolas para su señor y pagaban pesados tributos.

Los colonos también arrendaban mansos, y tenían obligaciones hacia su señor, pero podían abandonar el manso cuando quisieran, al igual que los villanos. En el caso de éstos eran propietarios de pequeños terrenos llamados alodios.

La iglesia también poseía tierras, y era común que un abad o un obispo, fuera un señor feudal.

Tenemos que distinguir etapas dentro del mundo medieval, en cuanto al desarrollo económico.

Ente los siglos V y X, el poder económico estaba simbolizado por la tierra, al constituirse la agricultura en el pilar de una economía de subsistencia, con escasísima actividad comercial.

La vida urbana era insignificante. El grueso de la población se dedicaba a tareas rurales.

La fe cristiana y la miseria eran el común denominador de los distintos reinos, asolados por las inclemencias naturales (lluvias excesivas, pocas posibilidades de almacenamiento), lo que traía como lógica consecuencia, pobladores mal alimentados susceptibles de contraer enfermedades, que pronto se convertían en epidemias, diezmando a los habitantes, que atribuían el origen de sus males a castigos divinos, lo que imposibilitaba el avance de la ciencia médica. La mortalidad infantil y de personas jóvenes era lo habitual, siendo de treinta y cinco años, el promedio de vida.

Esta vida sacrificada contrastaba con la ociosa que llevaban los señores, dedicados a la actividad guerrera, pero con largos períodos de paz, donde transcurrían sus días en la monotonía del castillo, organizando cacerías y torneos.

Cuando en el siglo X, cesaron las invasiones, la situación mejoró en forma considerable. Paralelamente la naturaleza comenzó a otorgar condiciones más positivas para el cultivo, como aumentos de temperatura y menos inundaciones, lo que permitió la expansión agrícola.

A partir del siglo XI, se produjeron adelantos técnicos, como el arado de ruedas pesadas, con piezas de hierro, que reemplazaban a las anteriores de madera, mucho menos potentes.
Comenzó a utilizarse las fuerzas hidráulica y eólica como fuentes de energía, por ejemplo, los molinos de agua y de viento.

Para facilitar la siembra se utilizó la rastra, que rompía los terrones de tierra después que pasaba el arado.

El veloz caballo, reemplazó al parsimonioso buey, ya que al aumentarse la producción de avena, aquellos pudieron ser alimentados.

Se introdujeron técnicas de cultivo para evitar el agotamiento de los suelos, como la rotación trienal en sustitución de la bienal.

Este éxito en la producción agrícola, permitió el mejoramiento de las condiciones de vida, la disminución de las enfermedades y el desarrollo del comercio, motivado en la existencia de excedentes de producción.

Se produjo un período de expansión territorial pacífica en busca de nuevos territorios aptos para el cultivo, se desecaron pantanos, se talaron bosques y se utilizaron con ese fin las laderas de las montañas.

Al existir mayor seguridad en las rutas, se incrementaron las comunicaciones, fomentándose las peregrinaciones, sobre todo, a Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela.

Las ciudades, cuya actividad era restringida hasta entonces, comenzaron a cobrar prestigio, y sus habitantes fueron llamados burgueses por vivir en los burgos, denominación con la cual también se conocían a las ciudades.

Las ciudades surgieron en los lugares en que se reunía mucha gente: en un puerto, en el cruce de algún río, en un paso entre montañas, en un cruce de caminos, en una feria o en un santuario famoso.

Los monarcas otorgaron a las ciudades cartas de libertades, por las cuáles, si bien dependían del rey, sus habitantes eran hombres libres, sin sujeción de dependencia feudal, pudieron establecer gobiernos comunales y administrar justicia. Las ciudades fueron los primeros gérmenes en la lucha por la libertad, ya que los habitantes se unían y ofrecían a un señor una buena suma de dinero para prescindir de su dominio.

Dentro de la vida urbana, se distinguían sectores que basaban su poder, ya no en la tierra, sino en el dinero, que lograban merced a la actividad comercial.

Los ricos mercaderes fundaron iglesias, hospitales, escuelas y patrocinaron obras comunitarias.

También estaban los artesanos, agrupados en gremios, por rama de actividad, que controlaban estrictamente el trabajo de sus miembros.

La calidad de la mercancía y de la mano de obra estaba garantizada y se fijaba un justo precio.
El maestre era el conocedor del oficio y lo enseñaba a los aprendices, que cuando lo aprendían se transformaban en jornaleros.

Tampoco faltaban los marginados, aquellos carentes de trabajo fijo.

El comercio internacional comenzó a desarrollarse a partir del siglo XIII, destacándose Italia, como el país de mayor tráfico de moneda internacional y su banca, sobre todo la de Florencia, alcanzando su punto culminante con la familia de los Médicis, que dirigía los negocios del papado. A fines de la Edad Media, la casa de Fugger, en Alemania, adquirió inmenso prestigio. Con el surgimiento de los Bancos, sus dueños, los banqueros, pronto se transformaron en prestamistas, obteniendo con esta actividad grandes fortunas.

Se conformaron uniones de ciudades, como la Liga Hanseática, integrada por ciudades del norte de Europa, que controlaba el comercio desde Inglaterra a Rusia.

Todo este proceso de apogeo, tuvo su fin, cuando nuevas guerras, ahora surgidas entre señores, reticentes a devolver sus concesiones, y reyes, ansiosos de recobrar su poderío y unificar sus reinos, devastaron los campos cultivados y arrasaron con numerosos pobladores, lo que diezmó la población europea. Fue particularmente importante la guerra de los Cien Años, principalmente, entre Francia e Inglaterra, sobre la sucesión monárquica francesa.

A las nefastas consecuencias aportadas por los conflictos bélicos, se sumaron las hambrunas, por una seguidilla de malas cosechas, debidas a lluvias excesivas y agotamiento de los suelos. Como resultado de la falta de alimentos la gente comenzó a padecer enfermedades, y a morir por esas causas.

La peste negra o bubónica, coronó la sucesión de desgracias, a partir del año 1348, dejando como saldo la muerte de un tercio de la población.

La situación de miseria, y el aumento de impuestos establecidos para enfrentar la grave situación y las grandes diferencias entre ricos y pobres originaron levantamientos populares.

¿QUÉ ES EL FEUDALISMO?

En la Edad Media los poderes centrales perdieron toda autoridad y la administración burocrática (burocracia = clase social formada por los funcionarios públicos) desapareció. Así, poco a poco empezó a implantarse un nuevo orden denominado feudalismo. Este régimen era una institución antigua, y hasta el siglo XI llegó a ser el único sistema social reconocido en Occidente. Se originó en el anhelo de seguridad y se generalizó cuando muchas personas se sometieron a quien los podía proteger mejor. A estos defensores se les llamó señores, mientras que quienes se encomendaban a su protección se les denominó vasallos. Entre ambos se estableció una especie de contrato que estipulaba la protección de parte del señor, a cambio de la fidelidad y la realización de ciertas tareas por el vasallo.

El feudalismo reconocía dos valores esenciales: el hombre y la tierra; pues en países casi exclusivamente agrícolas la tierra constituía el mayor de los bienes. De hecho los propietarios, al encomendarse a un señor, solicitaban protección no solo personal sino también de sus tierras, por lo que era frecuente que donaran dichos bienes, pero conservaran su usufructo (su explotación).

El régimen feudal

El elemento principal de este régimen fue el beneficioo feudo, que, como dijimos, era la entrega de tierras por parte de los reyes y señores a cambio de la fidelidad y prestación militar y personal del vasallo. Este contrato se suscribía durante la realización de un acto de gran solemnidad, que se dividía en tres etapas:

  • 1. Homenaje donde el vasallo se arrodillaba con la cabeza descubierta y sin armas, y colocaba sus manos juntas entre las manos del señor. Luego pronunciaba la frase: "Señor, yo seré vuestro hombre".
  • 2. Fe, que consistía en un juramento de fidelidad. El vasallo colocaba sus manos sobre las Sagradas Escrituras o alguna reliquia.
  • 3. Investidura, donde el señor investía al vasallo del feudo y le entregaba algún objeto que simbolizaba la tierra, como por ejemplo una rama o un terrón.

Mediante el homenaje y la investidura quedaban establecidas obligaciones recíprocas, dentro de las cuales el vasallo debía cumplir con la de ayuda y consejo. La ayuda era el servicio militar o de hueste, donde el vasallo debía presentarse con armadura y caballo y mantenerse por sus propios medios. Como un señor feudal contaba con muchos vasallos, se aseguraba las fuerzas armadas necesarias para proteger sus bienes.

Posteriormente, el servicio militar se limitó a solo cuarenta días al año; entonces el vasallo debía prestar ayuda pecuniaria (en dinero efectivo), que podía utilizarse en distintas circunstancias, tales como para pagar el rescate del señor caído prisionero o para el matrimonio de la hija mayor.

El consejo, en tanto, comprendía principalmente servirle en los pleitos como juez.

Además de tierras, con el tiempo también fueron entregados en feudo toda clase de funciones y derechos públicos, por lo que el poder efectivo del señor feudal era bastante limitado, ya que solo ejercía autoridad sobre sus dominios y los vasallos inmediatos.



LA SOCIEDAD EN LA EDAD MEDIA

La Edad Media fue una época donde la sociedad se caracterizó por la gran desigualdad de clases. Solamente había un grupo reducido de personas que eran libres; el resto se encontraba sometido y no podía abandonar la tierra donde había nacido, sistema que se conoció como servidumbre.

Las clases sociales eran tres: la nobleza, el clero y la población campesina. El primer grupo o nobleza lo constituía el rey, el señor y sus vasallos. Estaba constituida en su mayoría por personas de origen franco o germánico.

El segundo grupo, o clero. Además de las funciones religiosas, tuvo un papel trascendental en la sociedad y la cultura, debido a que sus miembros recibían una instrucción superior que les capacitaba para dirigir la sociedad. Un aspecto interesante de la constitución clerical del medioevo es que, si bien a menudo se conformaba con nobles, no excluía que humildes campesinos pudieran también ordenarse sacerdotes.

El tercer grupo, o población campesina, era la base de la pirámide social. Sus integrantes —salvo unos pocos que habían permanecido libres— dependían de algún señor, ya fuera por nacimiento o por herencia. El campesino o siervo no era dueño de su persona, pues formaba parte de la gleba o tierra, y no podía abandonarla sin el consentimiento del señor. Tal vez su mayor ventaja era la de no poder ser arrancado de la hacienda, pues estaba unido a ella prácticamente como arrendatario perpetuo.

LA SOCIEDAD EN LA EDAD MEDIA




Mapa de los movimientos de los Pueblos Germánicos

Movimientos de los pueblos Gremánicos

Cuestionario (a partir de la cronología)

REVISA LOS ANTECEDENTES DEL CUADRO CRONOLÓGICO Y RESPONDE:

1.- ¿Qué hay en común en estos hechos? (en cuanto a protagonistas)
2.- ¿Cuánto tiempo transcurrió entre los primeros enfrentamientos con bárbaros y la caída de Roma?
3.- ¿Cuántos ataques debió soportar Roma en sus últimos años como Imperio?
4.- ¿Cómo habría sido la vida en Roma en esos últimos años?
5.- ¿Cómo influyeron las invasiones germánicas en la vida de los Romanos?

Cronología de la crisis del mundo antiguo

162-282::: Primeros ataques de pueblos bárbaros, principalmete Germanos.
332 ::: Los Godos son federados de Roma
352-388::: Incursiones de pueblos Germanos
373 ::: Los Alamanes son federados de Roma
395 ::: El Emperador Teodosio divide el imperio en dos: uno Oriental y otro Occidental
401 ::: Alarico, a cargo de los Visigodos, ingresa a Italia
410 ::: Alarico saquea Roma
413 ::: Los Visigodos se establecen en la Galia como federados
432 ::: Los Francos son federados de Roma
435 ::: Los Vándalos son federados de Roma
476 ::: Odoacro destrona al último emperador romano, concluyendo el Imperio

eNTREGA pRUEBA pARCIAL : gRECIA

aLUMNOS/AS, POR RAZONES DE FUERZA MAYOR, LOS RESULTADOS SERÁN ENTREGADOS EN LA PRÓXIMA CLASE QUE TENGAMOS DEL RAMO. lES PIDO COMPRENSIÓN...

aTTE SU pROFESOR:)

gERARDO gALLEGUILLOS vILLALOBOS :):):)

ROMA UNE EL MEDITERRÁNEO

Profesor guía: José Latrach

Profesor pract.: Gerardo Galleguillos Villalobos

Seminario Conciliar

La Serena

Comprensión de la Sociedad

Séptimo A

Guía de apoyo

Roma une al Mediterráneo




El ideal de unidad del mundo a través de organizaciones como Naciones Unidas, Internet o una economía abierta a todas las naciones, no es novedosa en la historia de la humanidad. Hace ya dos mil años, Roma logró unir a todos los pueblos y reinos que rodeaban el mar Mediterráneo en un solo imperio. Todo el mundo antiguo quedó bajo su poder, su ley, su modo de vida y, sobre todo, vivió casi trescientos años de paz. De esta manera, Roma tomó en su desarrollo todo lo que le ofrecían las culturas del Mediterráneo, dando forma a la civilización greco-latina

La ciudad de Roma se ubica en la península Itálica, territorio que se extiende en medio del mar Mediterráneo, rodeada por los mares Adriático por el este, Tirreno por el oeste y Jónico por el sur. La península Itálica es montañosa, al norte se encuentran los Alpes y, de norte a sur, recorriendo toda la península se desarrolla la cordillera de los Apeninos. Desatacan la gran extensión y fertilidad de la llanura del río Po, en el norte, y en el centro el valle del río Tíber, lugar de nacimiento de la cultura romana.

La posición estratégica de esta península favoreció a los romanos en el proyecto de conquista y dominio del territorio que emprenderán desde el siglo III a.C. Los límites alcanzados por el imperio romano fueron casi los mismos de la cuenca del Mediterráneo, de modo que difícilmente podríamos imaginar a los romanos sin su mar, llamado por ellos Mare Nostrum, nuestro mar. Esta condición de pueblo rodeado por el mar fue compartida por sus ancestros latinos y etruscos.

El pueblo etrusco: los antecesores de los romanos:

El origen de los etruscos es incierto, aunque se presume que eran descendientes de las tribus indoeuropeas que habitaron en los márgenes del Mediterráneo. Hacia el siglo VIII a.C., ya ocupaban la zona de Etruria, abarcando desde Toscaza hasta la llanura del Lacio, extendiendo su dominio a la pequeña ciudad de Roma durante la monarquía de Los Tarquino. Con el tiempo, recibieron las influencias de los griegos que habían establecido sus colonias en la Magna Grecia.

Su sociedad era aristocrática, aunque se encontraba gobernada por una monarquía. Los reyes del siglo V a.C., llamados lucomones, fueron sustituidos por pretores, cargo que duraba un año, conformándose como una pequeña república. Los etruscos extendieron sus dominios hacia el norte, a las llanuras del río Po, pero en los siglos VI y V a.C., fueron detenidos por los Celtas, pueblo guerrero que habitaba el noroeste europeo (Inglaterra, España, Francia).

Los etruscos construyeron una cultura urbana de grandes ciudades como Veies, Caere, Tarquina, Clusium, Vulci y Populonia. Como buenos comerciantes dominaron el tráfico de productos del Mediterráneo occidental, evitando el área de comercio oriental dominada por los punos (habitantes de Cartago, antigua colonia fenicia en la costa norte de África). También eran diestros artesanos metalúrgicos en cobre y bronce.

Creían enana panteón de dioses entre los que destacaban la tríada de Tinia, Uni y Menrva, que los romanos conocerán como Júpiter, Juno y Minerva. Los etruscos también aportaron a la cultura romana el arte de la adivinación y de los augurios del futuro.

Alrededor del año 2000 a.C., una serie de pueblos de origen indoeuropeo conocidos genéricamente como Itálicos se instalaron en la península. Entre ellos destacaban las tribus umbros, vascos, samnitas, sabinos, ilirios y los latinos. Estos últimos se asentaron cerca del río Tíber en el valle del Lacio, siendo los creadores de la civilización romana.

Fundación de Roma, ¿mito o realidad?

Los territorios de la ciudad de Roma comenzaron a habitarse desde el siglo VIII a.C., cuando las primeras comunidades latinas formaron una alianza defensiva ante la amenaza del dominio etrusco. Estas comunidades en conjunto serán las que darán origen a la ciudad, aunque Roma no pasaba de ser un grupo de aldeas que se unieron definitivamente tras la formación de una confederación religiosa llamada Liga del Septimontium (liga de las siete colinas). La agricultura, el comercio y su fortaleza militar le proporcionaron el sitial de poder que más tarde tuvo.

La mitología romana, al igual que la de todo el mundo Antiguo, explicó el origen de Roma mediante un relato en el que intervienen dioses, héroes y hombres, dándole así un carácter divino a su fundación. Según la leyenda, Roma fue fundada en el año 753 a.C., por los hermanos gemelos Rómulo y Remo, hijos de una mujer humana y del dios Marte (dios de la guerra). Los conflictos generados tras la fundación de la ciudad llevaron a Rómulo a matar a su hermano y a erigirse como el primer monarca de la ciudad.

Período Monárquico: Roma bajo el poder de los reyes

Después de Rómulo, gobernaron siete reyes, dando origen al periodo monárquico, que va entre los años 753 y 510 a.C. Los primeros cuatro reyes fueron de procedencia latina y sabina, pero desde el siglo VI a.C., la llanura del lacio y Roma fue dominada por la monarquía etrusca. Bajo su reinado, la ciudad de Roma fue amurallada y se levantaron templos y edificios públicos, transformando su carácter aldeano en el de una gran ciudad. El último rey etrusco, Tarquino el Soberbio, fue destronado en el año 509 a.C., por las familias romanas más poderosas, las que se hicieron cargo de la Asamblea del Pueblo, eliminando la figura del rey. El pueblo exigió la expulsión de los tiranos etruscos, cambiando la organización política por una República.

La sociedad Romana era inminentemente patriarcal, porque se ordenaba en torno a los padres, jefes de familia, a los que se subordinaban sus integrantes, así como el resto de la sociedad. Se les llamaba pater familia, y tenían el poder de determinar los matrimonios de sus hijos, sus oficios, e inclusive su destino, ya que frente a una falta que comprometía el honor familiar podían castigar hasta con la pena de muerte de sus parientes. Su sitial social y su origen noble permitía a los pater familia dar protección jurídica y representación a plebeyos, quienes se acogían bajo su tutoría transformándose en sus clientes.

Los patricios o nobles eran los descendientes de los primeros habitantes de Roma. Eran la clase dirigente, siendo los únicos que contaban con derechos políticos, civiles y religiosos. En su mayoría eran terratenientes ya que en sus manos concentraban la propiedad agrícola. Todo su poder e influencia social se fundamentaba en una verdadera institución llamada clientelismo, que consistía en dar protección a plebeyos, ricos y pobres, representándolos jurídicamente y entregando favores que los comprometían en una relación de reciprocidad, de obediencia y de servicio. En algunas oportunidades, los plebeyos poseían más riquezas que los patricios gracias a sus actividades comerciales, pero necesitaban del patrocinio de un patricio para proteger sus intereses.

Los plebeyos eran el grupo formado por los habitantes de territorios conquistados y por los extranjeros. Se conformaba también por la población que se fue asentando en Roma después de su fundación. Eran campesinos comerciantes y artesanos que no tenían derechos políticos; sin embargo, se caracterizaron por ser un grupo muy unido, llegando a conquistar derechos de ciudadanía con el correr del tiempo.

En el último escalón de la sociedad se encontraban los esclavos que, al igual que en las otras culturas de la antigüedad, eran prisioneros de guerra sin derecho a nada, destinados a los más variados trabajos, como tareas domésticas, construcción y el servicio personal.

El paso hacia la República: Roma se vuelve grande

Tras el fin del dominio etrusco y de la monarquía, las familias patricias recuperaron el poder político y proclamaron la República.

Patricios y plebeyos conformaban el popullus (pueblo). Todos ellos se reunían en asamblea llamadas comicios, instancias de participación en las que debían aprobar o rechazar las leyes que el Senado les enviaba. La principal magistratura fue el Consulado, integrado por dos cónsules o supremos magistrados, encargados de administrar el Estado por un año. En caso de peligro, de guerra civil o de conflicto con otro pueblo, se nombraría a un magistrado con el título de dictador, que duraba 6 meses en el cargo, con poderes ilimitados.

Los cónsules defendían muchas veces los privilegios patricios a costa de los plebeyos, por lo que fueron obligados a concederles dos magistraturas, que recibieron el nombre de los tribunos de la plebe y que se encargaban de representar los intereses de este grupo social y de sancionar a quienes transgredían las leyes. También podían anular cualquier decisión que los perjudicara, logrando así importantes reivindicaciones: la codificación de las leyes que les aseguró la igualdad ante la justicia, al anulación de la prohibición del matrimonio entre patricios y plebeyos y el acceso a los cargos públicos de cuestores (funcionario que lleva las cuentas públicas), censores (administrador de los censos de la población para determinar el pago de tributos), cónsules, senadores y finalmente el sacerdocio.

Los Romanos a la conquista del Mediterráneo

Desde la segunda mitad del siglo IV a.C., la conquista de Italia obligó a Roma a luchar con las otras tribus itálicas. El poderío romano se sustentó en su organización militar y en su gran capacidad diplomática para llegar a hacer tratados con sus oponentes. Así, durante el periodo republicano logró una formidable expansión territorial y económica, llegando a constituirse como el principal poder de la península.

A comienzos del siglo III a.C., quedaba por conquistar el sur de Italia. Y desde que lo lograron, los romanos se lanzaron a la conquista del Mediterráneo, rivalizando con los Cartagineses, pueblo que dominaba el Mediterráneo Occidental, enfrentándose en las llamadas Guerras Púnicas, (264 al 146 a.C.) Sicilia, Cerdeña, Córcega, el sur de España, el norte de África (todas colonias cartaginesas) y Cartago, pasaron a ser provincias romanas. Solo les faltaba el sector oriental, rico en recursos económicos necesarios para poder pagar a su ejército y mantener todo lo ya conquistado. En el Mediterráneo oriental se encontraban los reinos helenísticos de Grecia, Macedonia, Pérgamo y Siria, que tenían constantes enfrentamientos entre ellos, situación que supo aprovechar Roma a su favor, para convertir estos reinos en provincias romanas. Hacia el siglo II a.C., Roma había logrado su objetivo de conquistar el Mediterráneo.

Las conquistas territoriales otorgaron enormes beneficios a Roma, como la adquisición de grandes riquezas por el tributo que tenían que pagar los pueblos conquistados, los esclavos y el número de prisioneros de guerra y la expansión que experimentó el comercio en todo el Mediterráneo. La difusión de la cultura de los romanos, sus costumbres y organización, produjo una romanización de las provincias, tarea en la que el ejército y la población establecida en las provincias conquistadas, jugaron un papel de incalculable valor. De esta manera, los pueblos de la cuenca del Mediterráneo, en distintas formas, fueron persuadidos por los pueblos romanizados de aprender y copiar su cultura. Fue así como los romanos consideraban bárbaros (que hablaban bar bar) a otros pueblos que no compartían sus valores, considerándose el único pueblo civilizado sobre la tierra. Pero no todos ganaron con la expansión territorial romana: los pequeños propietarios, que habían colaborado con la conquista como soldados, descubrieron que al volver a sus hogares habían perdido sus tierras por deudas o por la expansión de los terratenientes, generándose una gran tensión social que solo fue paliada por la conquista y la expansión de nuevos territorios.

A los problemas sociales se sumaron las dificultades que tenían als autoridades romanas para gobernar tan extensos territorios. El sistema político estaba diseñado para una ciudad- estado, pero no para un imperio, lo que originó violentas guerras civiles que enfrentaron por mucho tiempo a dos grupos o partidos: el partido senatorial, integrado por la aristocracia, reticente a hacer reformas, y el partido popular, que sentía la urgencia de solucionar los problemas de la sociedad romana. Ambos grupos extremaron sus posiciones enfrentándose constantemente. En ese contexto, los tribunos de la plebe Tiberio y Cayo Graco intentaron, en el siglo II a.C., repartir tierras para reparar la situación de pobreza de los pequeños campesinos, pero como no contaban con el apoyo del Senado, su intento de revolución social mediante una reforma agraria terminó con la muerte de Tiberio.

Los jefes militares que estaban lejos de Roma hicieron al mismo tiempo importantes conquistas, por lo que su prestigio militar los transformó en los nuevos líderes políticos que reemplazaron al viejo poder del partido senatorial, conformando Triunviratos para gobernar el imperio. Este sistema consistía en que había tres autoridades que compartían el poder en que había tres autoridades que compartían el poder ejecutivo. En el primer triunvirato se destacó Julio Cesar, que llegó a convertirse en dictador vitalicio, y en el segundo triunvirato, Octavio, se adueñó del poder, poniendo fin a la República y al poder del Senado, y creando el imperio en el año 31 a.C., al investirse del poder de emperador y de máximo pontífice de Roma, cambiando su nombre por el de Augusto.

El Imperio de Augusto: días de grandeza

Cansados de enfrentamientos y guerras civiles, los romanos aceptaron a Octavio (Augusto) esperanzados en lograr la paz duradera. Este, con mucha inteligencia, mantuvo las instituciones republicanas en pie, pero sin un poder real. Esta imagen de respeto a las instituciones favoreció su relación con el orden senatorial por lo que no dudaron en darle los títulos de Príncipe y de Augusto (emperador), con los cuales se convirtió en la máxima autoridad civil y religiosa. Al mismo tiempo, el ejército –orgulloso de tener un líder militar_ le otorgó el título de Imperator, jefe máximo de todos los ejércitos y, obtuvo además, el título de César, en honor a Julio César.

Para mantenerse en el poder, Augusto tuvo presentes las necesidades de cada grupo social, otorgándoles algunos beneficios y obteniendo de esta manera su apoyo. Por ejemplo, al orden senatorial (familias plebeyas ricas y patricias), le entregó la administración de las provincia del interior, y a la plebe le dio trabajo en las construcciones de obras públicas como puentes, cloacas y edificios. Para disminuir el poder de los militares, retiró a los viejos caudillos y nombró nuevos oficiales para evitar el surgimiento de nuevos líderes. Además disminuyó el descontento general, fijando tributos para cada provincia y creando tribunales que controlaran a los gobernadores y a los recaudadores para evitar los abusos en la administración del Imperio.

Roma se convirtió en dueña de un inmenso territorio: el río Rin era el límite del imperio, y el Danubio una sólida frontera. Así, el Mediterráneo fue el centro del imperio más extenso del Mundo Antiguo, aunque los romanos crearon una vasta red de caminos pavimentados de más de 80.000 kilómetros de extensión, dinamizando las comunicaciones y el comercio, tal como dice el proverbio: “todos los caminos llevan a Roma”.

Al periodo de paz y prosperidad que se produjo durante el gobierno de Augusto, hizo que se bautizara a este siglo con su nombre.

La Paz Romana

Augusto fue quien logró pacificar el mundo del Mediterráneo y sus sucesores mantuvieron una organización para que esta paz se prolongara lo más posible. Para esto formó una gran flota que cuidaba la tranquilidad en los mares, de manera que los viajeros y comerciantes se pudieran trasladar con facilidad. También se aseguraron las fronteras con el ejército. Esta paz permitió la prosperidad, el orden y el progreso cultural, de todo lo cual participaban los pueblos conquistados.

Los pasos finales del Imperio: la crisis del siglo III d.C.

La crisis y fin del imperio e parte de un proceso en el que se relacionan diversos factores. Uno de los más graves fue el desorden del ejército, y el otro, el de la gran extensión del imperio, lo que impuso cada vez más dificultades en el gobierno de las provincias más alejadas, así como en las comunicaciones y en el comercio. Su propio tamaño terminó por generar su división política en dos imperios. Un tercer factor determinante fue la invasión pacífica de los pueblos germanos europeos que comenzaron a habitar los limes o límites del imperio, romanizándose y federándose a Roma, hasta llegar a conformar una verdadera frontera humana ante la posibilidad de la llegada de otros pueblos, pero adquiriendo gran poder dentro del territorio.

A esto se sumó una crisis económica del Estado, que al no contar con las ganancias de las guerras de expansión, se vio obligado a aumentar los impuestos. Muchos campesinos libres no podían pagarlos, y comenzó a aparecer el fantasma de la inseguridad en los campos por los saqueos y robos de bandas asaltantes.

En el año 395 d.C., Teodosio, en un intento de salvar el Imperio, lo dividió en dos: Occidente para su hijo Honorio y Oriente para su hijo Arcadio. Pero eso no fue suficiente para evitar que, a partir de mediados del siglo IV d.C., comenzaran violentas invasiones lideradas por los bárbaros, especialmente en el sector occidental. Finalmente, en el siglo V, en el año 476 d.C., el imperio romano de Occidente cayó en manos de los germanos.

El paso de los romanos por tan vastos territorios, dejó una huella cultural que pervive a través de los tiempos.

El Derecho romano. Durante la época del imperio, se creó un conjunto de leyes que posibilitaron la igualdad de las personas ante la ley, todos los pueblos conquistados tuvieron la posibilidad de estar regidos por la misma justicia. Esta legislación llegó hasta nosotros con sus principios y valores, estando presente en nuestra cultura occidental.

El latín: idioma romano. Nosotros hablamos español. ¿Podrías creer que este deriva del idioma de los romanos? El latín fue un elemento de unidad del imperio romano. Era el idioma oficial de la administración, del ejército y del comercio.

Arte y arquitectura. Los romanos recibieron influencias de la cultura griega helenística, aprovechando sus conceptos en el arte y en la arquitectura. La creatividad romana estuvo presente en la construcción de monumentales obras públicas de gran belleza y utilidad práctica que se manifestó en los enormes acueductos capaces de transformar agua a las ciudades, construcciones tan sólidas que hasta el día de hoy siguen en actividad, como es el caso del acueducto de Segovia en España, así como caminos, puentes y cloacas. Roma impuso a sus provincias un estilo de urbanismo, en el que el modelo era ella.

tEMARIO pRUEBA mIERCOLES 03 dE oCTUBRE

eL tEMARIO eS eL sIGUIENTE:

1.- uBICACIÓN gEOGRÁFICA dE lA aNTIGUA gRECIA, cARACTERIZACIÓN
2.- cIVILIZACIÓN cRETENSE (gUÍA)
3.- eL ESCENARIO gRIEGO, aTENAS y eSPARTA (gUÍA)
4.- aRTE y rELIGIÓN eN LA aNTIGUA gRECIA (gUÍA)

eSO ES... nOS vEMOS... pOSIBLEMENTE... pOSIBLEMENTE eL DÍA mARTES sE REALICE uNA nUEVA tUTORÍA... SE cONFIRMARÁ eL mISMO mARTES 02 eN LA mAÑANA

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nUEVAMENTE nOS eNCONTRAMOS aNTE uNA pRUEBA eSCRITA, eS pOR eSO qUE eL dÍA lUNES 01 dE oCTUBRE a lAS 16 hORAS nOS jUNTAREMOS eN eL cOLEGIO pARA rEVISAR lOS aSPECTOS mÁS iMPORTANTES dE lA mATERIA pARA qUE eL DÍA mIERCOLES 03 dE OCTUBRE pODAMOS rESPONDER bIEN eN lA pRUEBA...

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    PINTURA
Para hablar de la pintura griega es necesario hacer referencia a la cerámica, ya que precisamente en la decoración de ánforas, platos y vasijas, cuya comercialización era un negocio muy productivo en la antigua Grecia, fue donde pudo desarrollarse este arte.
Al comienzo los diseños eran elementales formas geométricas -de ahí la denominación de geométrico que recibe este primer período ( siglos IX y VIII a. C. )- que apenas se destacaban sobre la superficie.


oBRAS iMPORTANTES...

EL COLOSO DE RODAS

Gigantesca estatua de bronce, que según la tradición se elevaba en la entrada del puerto de Rodas, capital de una isla Griega que lleva el mismo nombre.

Desde el 292 a.C. y durante doce años, los arquitectos Chares de Lindos y Laches dirigieron las obras de construcción de una gran estatua a la entrada del puerto de Rodas. El primero de ellos terminó suicidándose bajo la presión que le suponía no estar seguro de poder lograr la estabilidad de la estatua.



TEMPLO DE ZEUS OLYMPIA

El magnífico Templo de Zeus fue construido alrededor del 450 a.c y diseñado por el arquitecto Libon. Durante el gran poderío y magnificencia de la Antigua Grecia, el estilo Dorico de los templos pareció demasiado mundano para la época y necesitaba modificarse. La solución fue una majestuosa estatua. El escultor de la obra lo fue Fidias. Zeus aparecía sentado en un trono construido de marfil y oro, con una pequeña estatua de la diosa de la Victoria en la mano derecha y un cetro a la izquierda y a sus alrededores otras esculturas representativas de diversos héroes mitológicos.




TEMPLO DE ARTEMIS

La estructura fue construida alrededor del 550 AC en la ciudad griega de Efeso, lo que hoy día es Turquía, por el Rey Lidio Croesus y fue diseñada por el arquitecto griego Chersiphron.

Estaba compuesto de 127 columnas de mármol de 18 metros de altura y contenía las mejores obras del arte griego, como las estatuas de Fidias y Praxiteles, y decorados de Apeles y Parrasio. El templo sirvió como mercado e institución religiosa durante muchos años.

aRTE y rELIGIÓN eN lA aNTIGUA gRECIA

En Atenas se construyeron espléndidos edificios y hermosas esculturas, combinando el arte y la religión. En todas las expresiones artísticas se observa el interés por la belleza y la perfección del cuerpo humano, explicando los desnudos en la escultura, tanto de atletas como de guerreros y dioses. Muchos filósofos, literatos, oradores y pensadores se reunieron en torno a la atractiva ciudad de Atenas. Entre ellos, Sócrates, Platón y Aristóteles, así como Heródoto, quien gracias a sus viajes conoció, muchos pueblos del mundo antiguo y cuyas descripciones lo han hecho merecedor del título del primer historiador y padre de la historia.

Religión:

Los griegos eran politeístas y su religión estaba presente en todos los aspectos de la vida. Recurrían a ellos para obtener consejo y guía ante una decisión importante, consultándole a una pitonisa que actuaba de mediadora ante los dioses en los oráculos o lugares sagrados, siendo el más popular el de la ciudad de Delfos.

Los dioses eran antropomórficos, es decir, tenían formas y atributos humanos; compartían sus pasiones, odios y amores, además de sus virtudes y defectos, pero gozaban de grandes poderes y de la inmortalidad. Los dioses intervenían en la vida de los hombres y vigilaban su conducta, por lo que los griegos se preocupaban de realizar ceremonias y de rendirles culto cuando correspondía. Los dioses, como la sociedad griega, estaban jerarquizados; los más bajos en el escalafón eran los héroes, hijos de mortales con dioses.

Esta concepción del mundo y de lo divino hacía que los griegos otorgaran gran importancia a la construcción de los templos, ya que era el lugar donde vivían los dioses. Los dioses superiores vivían en el monte Olimpo, encabezados por Zeus y su esposa Hera. La destacada posición de Zeus le dio gran importancia a los juegos olímpicos. Los mitos, narraciones que explican el origen del mundo, de los dioses y de los héroes, permitieron difundir la religión griega a través de la transmisión oral.

Principales dioses

Los griegos creían que los dioses habían elegido el monte Olimpo, en una región de Grecia llamada Tesalia, como su residencia. En el Olimpo, los dioses formaban una sociedad organizada en términos de autoridad y poderes, se movían con total libertad y formaban tres grupos que controlaban sendos poderes: el cielo o firmamento, el mar y la tierra.
Los doce dioses principales, habitualmente llamados Olímpicos, eran Zeus, Hera, Hefesto, Atenea, Apolo, Artemisa, Ares, Afrodita, Hestia, Hermes, Deméter y Poseidón.

Zeus es en la mitología griega, dios del cielo y soberano de los dioses olímpicos. Zeus corresponde al dios romano Júpiter. Según Homero, se consideraba a Zeus padre de los dioses y de los mortales. No fue el creador de los dioses y de los hombres; era su padre, en el sentido de protector y soberano tanto de la familia olímpica como de la raza humana. Señor del cielo, dios de la lluvia y acumulador de nubes blandía el terrible rayo. Su arma principal era la égida, su ave, el águila, su árbol, el roble. Zeus presidía a los dioses en el monte Olimpo, en Tesalia.

En la escultura, se representa a Zeus como una figura barbada y de apariencia regia. La más famosa de todas fue la colosal estatua de marfil y oro, del escultor Fidias, que se encontraba en Olimpia.

Hera es en la mitología griega, reina de los dioses, hija de los titanes Cronos y Rea, hermana y mujer del dios Zeus. Mujer celosa, Hera perseguía a menudo a las amantes y a los hijos de Zeus. Nunca olvidó una injuria y se la conocía por su naturaleza vengativa. Irritada con el príncipe troyano Paris por haber preferido a Afrodita, diosa del amor, antes que a ella, Hera ayudó a los griegos en la guerra de Troya y no se apaciguó hasta que Troya quedó destruida. Se suele identificar a Hera con la diosa romana Juno

Hefesto, en la mitología griega, dios del fuego y de la metalurgia, hijo del dios Zeus y de la diosa Hera. A diferencia de los demás dioses, Hefesto era cojo y desgarbado. Poco después de nacer lo echaron del Olimpo: según algunas leyendas, lo echó la misma Hera, quien lo rechazaba por su deformidad. En la mayoría de las leyendas, sin embargo, volvió a ser honrado en el Olimpo y se casó con Afrodita, diosa del amor. Era el artesano de los dioses y les fabricaba armaduras, armas y joyas. Se creía que su taller estaba bajo el monte Etna, volcán siciliano.

Ártemis o Artemisa (mitología), en la mitología griega, una de las principales diosas, equivalente de la diosa romana Diana. Era hija del dios Zeus y de Leto y hermana gemela del dios Apolo. Era la rectora de los dioses y diosas de la caza y de los animales salvajes, especialmente los osos, Ártemis era también la diosa del parto, de la naturaleza y de las cosechas. Como diosa de la luna, se la identificaba a veces con la diosa Selene y con Hécate.

Apolo (mitología), en la mitología griega, hijo del dios Zeus y de Leto, hija de un titán. Era también llamado Délico, de Delos, la isla de su nacimiento, y Pitio, por haber matado a Pitón, la legendaria serpiente que guardaba un santuario en las montañas del Parnaso. En la leyenda homérica, Apolo era sobre todo el dios de la profecía. Su oráculo más importante estaba en Delfos, el sitio de su victoria sobre Pitón. Solía otorgar el don de la profecía a aquellos mortales a los que amaba, como a la princesa troyana Casandra.

Apolo era un músico dotado, que deleitaba a los dioses tocando la lira. Era también un arquero diestro y un atleta veloz, acreditado por haber sido el primer vencedor en los juegos olímpicos. Su hermana gemela, Ártemis, era la guardiana de las muchachas, mientras que Apolo protegía de modo especial a los muchachos. También era el dios de la agricultura y de la ganadería, de la luz y de la verdad, y enseñó a los humanos el arte de la medicina.

Atenea, una de las diosas más importantes en la mitología griega. En la mitología latina, llegó a identificarse con la diosa Minerva, también conocida como Palas Atenea. Atenea salió ya adulta de la frente del dios Zeus y fue su hija favorita. Él le confió su escudo, adornado con la horrorosa cabeza de la gorgona Medusa, su 'égida' y el rayo, su arma principal. Diosa virgen, recibía el nombre de Parthenos ('la virgen'). En agradecimiento a que Atenea les había regalado el olivo, el pueblo ateniense levantó templos a la diosa, el más importante era el Partenón, situado en la Acrópolis de Atenas.

Afrodita, en la mitología griega, diosa del amor y la belleza, equivalente a la Venus romana. En la Iliada de Homero aparece como la hija de Zeus y Dione, una de sus consortes, pero en leyendas posteriores se la describe brotando de la espuma del mar y su nombre puede traducirse como 'nacida de la espuma'. En la leyenda homérica, Afrodita es la mujer de Hefesto. Entre sus amantes figura Ares, dios de la guerra, que en la mitología posterior aparece como su marido.

Hades, en la mitología griega, dios de los muertos. Era hijo del titán Cronos y de la titánide Rea y hermano de Zeus y Poseidón. Cuando los tres hermanos se repartieron el universo después de haber derrocado a su padre, Cronos, a Hades le fue concedido el mundo subterráneo. Allí, con su reina, Perséfone, a quien había raptado en el mundo superior, rigió el reino de los muertos. Aunque era un dios feroz y despiadado, al que no aplacaba ni plegaria ni sacrificio, no era maligno.

Poseidón, en la mitología griega, dios del mar, hijo del titán Cronos y la titánide Rea, y hermano de Zeus y Hades. Poseidón era marido de Anfitrite, con quien tuvo un hijo, Tritón. Poseidón, sin embargo, tuvo otros numerosos amores. Poseidón y la gorgona Medusa fueron los padres de Pegaso, el famoso caballo alado.

Ares, en la mitología griega, dios de la guerra e hijo de Zeus, rey de los dioses, y de su esposa Hera. Los romanos lo identificaban con Marte, también un dios de la guerra. Agresivo y sanguinario, Ares personificaba la brutal naturaleza de la guerra, y era impopular tanto para los dioses como para los seres humanos. Ares no era invencible, ni siquiera frente a los mortales.
El culto de Ares, que se creía originario de Tracia, no estaba muy difundido en la antigua Grecia y, donde existía, carecía de significación social o moral.

Hermes, en la mitología griega, mensajero de los dioses, hijo del dios Zeus y de Maya, la hija del titán Atlas. Como especial servidor y correo de Zeus, Hermes tenía un sombrero y sandalias aladas y llevaba un caduceo de oro, o varita mágica, con serpientes enrolladas y alas en la parte superior. Guiaba a las almas de los muertos hacia el submundo y se creía que poseía poderes mágicos sobre el sueño. Hermes era también el dios del comercio, protector de comerciantes y pastores. Como divinidad de los atletas, protegía los gimnasios y los estadios, y se lo consideraba responsable tanto de la buena suerte como de la abundancia. A pesar de sus virtuosas características, también era un peligroso enemigo, embaucador y ladrón.

Dioniso, dios del vino y del placer, estaba entre los dioses más populares. Los griegos dedicaban muchos festivales a este dios telúrico, y en algunas regiones llegó a ser tan importante como Zeus. A menudo lo acompañaba una hueste de dioses fantásticos que incluía a sátiros, centauros y ninfas. Los sátiros eran criaturas con piernas de cabra y la parte superior del cuerpo era simiesca o humana. Los centauros tenían la cabeza y el torso de hombre y el resto del cuerpo de caballo. Las hermosas y encantadoras ninfas frecuentaban bosques y selvas.

El arte antiguo griego ha sobrevivido en la forma de esculturas y arquitectura, y también en arte de menor dimensión como el diseño de monedas, el grabado de alfarería y el de gemas. Los Griegos, como la mayoría de las culturas europeas, consideraron la pintura como la forma más alta de arte.

eL eSCENARIO gRIEGO, eSPARTA y aTENAS

El escenario griego, Esparta y Atenas.

La desaparición del viejo poder micénico llevó al aislamiento de las regiones y de sus correspondientes basileus, en un proceso de fragmentación que tuvo como resultado la feudalización de la sociedad, y la aparición de las polis, ciudades independientes con un estado propio, o sea, una organización política propia. Los historiadores explican el origen de las polis griegas como el resultado de la unión de diversas tribus que lograban fijarse intereses comunes, dándose leyes que eran respetadas por todos. Así, la polis, le imponía a sus habitantes derechos y deberes, convirtiéndolos en ciudadanos responsables de su comunidad.

Las Polis griegas:

Los griegos aprovechando el relieve montañoso, se unieron alrededor de una colina y construyeron en su cima un lugar fortificado, la acrópolis, que servía de refugio y residencia de las familias nobles. Con el tiempo adquirió importancia religiosa, pues ahí se encontraban los templos y los edificios públicos. En el valle, cerca de la acrópolis, estaba el ágora o plaza pública, lugar donde los ciudadanos se reunían para resolver los asuntos públicos. Cada polis contaba con ejército, leyes, justicia y gobierno propio. Este último estaba a cargo de un rey asistido por un consejo de ancianos, integrado por nobles poseedora de tierras y rebaños. Estos consejos adquirieron tal poder que se enfrentaron con los reyes y debilitaron la monarquía, hasta reemplazarla por un gobierno aristocrático en el siglo VIII a.C. así, los nobles tuvieron el poder político, económico, social y judicial.

Proceso de colonización, en busca de nuevos horizontes:

El orden feudal de la sociedad llevó al empobrecimiento de los agricultores y a la necesidad de nuevas tierras para cultivar, a lo que se sumó la exigencia por una mayor libertad para el desarrollo del comercio. Así fue que, agricultores, comerciantes y hombres libres, descontentos del orden aristocrático de la sociedad, se lanzaron a la empresa de buscar nuevos territorios para habitar. En sus nuevos hogares experimentaron una forma de organización, que se caracterizaría por una relación entre iguales. En esta experiencia se encuentra la génesis de la Democracia.

La colonización griega comenzó en el siglo VIII a.C., fundando numerosas colonias en las costas del mar Mediterráneo, como son las de Málaga en España, Marsella en Francia, Cirene en África, y Nápoles y Tarento en Italia, estas últimas eran las colonias más ricas, por lo que fueron llamadas la Magna Grecia. En los márgenes del Mar Negro, se destacó bizancio, que sería el más grande centro comercial de los siglos venideros. Este proceso espontáneo duró varios siglos y gracias a él, la cultura griega se extendió a las costas del Mediterráneo.

Las colonias impulsaron el intercambio comercial que enriqueció a un nuevo grupo social, el cual fue exigiendo mayor participación política en el gobierno de la polis. Así, las colonias también fueron ciudades-estado, independientes de su ciudad fundadora o metrópolis, ya que solo existía con ella un vínculo económico, cultural y religioso.

Esparta, una sociedad entre la disciplina y la guerra:

Los dorios eran un pueblo guerrero y conquistador que ocupó la península del Peloponeso sometiendo a su población originaria y fundando en el valle del río Eurotas, la ciudad de esparta, alrededor del año 900 a.C. Las necesidades de la guerra y de la mantención del control sobre la población esclavizada en el trabajo agrícola, los llevó a forjar una personalidad sobria y parca. Crearon un “estado policial” caracterizado por la formación militar de sus integrantes, en la que se destaca el sentido del deber, la disciplina y la organización.

La sociedad espartana estaba dividida en 3 grupos. Los Espartiatas o iguales, que eran los descendientes de los dorios y que formaban el grupo de los vencedores, dueños de la tierra y guerreros por formación. Participaban en los cargos públicos y despreciaban el trabajo agrícola, así como la práctica del comercio. El segundo grupo era el de los Periecos, descendientes de los aqueos, que después de la invasión doria lograron algunas libertades. Se dedicaron a la artesanía y al comercio, por lo que no poseían armas, tierras ni derechos políticos. Pagaban altos impuestos a los espartiatas y estaban obligados a servir como hoplitas (guerreros de a pie) en el ejército. Por último, estaban los Ilotas, descendientes de las poblaciones originarias que ofrecieron la mayor resistencia a la conquista doria. Eran siervos del estado, obligados a trabajar como esclavos en las tierras de los señores espartanos. No contaban con derechos políticos ni civiles y, por lo mismo, recibían frecuentes agresiones de sus conquistadores.

Los espartanos estaban dirigidos por una monarquía dual (diarquía) que concentraba el poder religioso, militar y político. Eran asesorados por el Consejo de ancianos o Gerusía, conformado por 28 gerontes, mayores de 60 años de edad, de carácter vitalicio. Ellos podían vetar las desiciones tomadas por la Asamblea popular, integrada por todos los ciudadanos espartiatas. Otra importante institución es el Eforado, integrado por 5 éforos o vigilantes nombrados por un año, encargados de vigilar la ciudad y el ejercicio del cargo de los reyes, a los que incluso podía detener. Este gobierno concentraba todo el poder en manos de los espartiatas, por lo que tuvo el carácter de una oligarquía.

Atenas, en busca de la mejor organización:

Atenas, a diferencia de Esparta, se fundó en la península del Ática, rodeada de puertos naturales favorables para la navegación, como el Pireo. Como todas las ciudades-estado, estuvo gobernada por un rey. Su organización tenía también características feudales, ya que los nobles eran propietarios de la tierra.

La población ateniense aspiraba a una mayor igualdad política entre los hombres comunes y los nobles terratenientes, y deseaba resolver las dificultades generadas por el sistema de distribución de la tierra, por lo que se crearon nuevas leyes que regularan la vida de los atenienses. En el año 625 a.C., el legislador Dragón generó un código de Derecho, caracterizado por establecer castigos muy duros, pero que regían para todos. Este fue el primer paso hacia la Democracia; no obstante algunas de sus leyes acentuaban las diferencias, ya que los deudores y sus familias podían ser esclavizados. La ley fue corregida por las reformas de Solón, 594 a.C., liberando a los pobres de las deudas y prohibiendo el préstamo con garantía de la libertad personal del deudor y sus familiares.

Solón hizo una reforma social dividiendo al pueblo, Demos, en 4 grupos según su riqueza, reemplazando os privilegios del nacimiento por los de la fortuna de cada uno. Las leyes, los asuntos públicos de la ciudad y la elección de los altos magistrados eran tratados en la Asamblea o Ecclesia, que reunía a todos los ciudadanos, aunque los esclavos estaban excluidos de toda participación política. Dejó en el Arcontado, tras magistrados que representaban el poder religioso, el jurídico y el militar, y en el Areopago, consejo de ancianos, a los dos primero grupos sociales, y creó un nuevo consejo de los 400, o Bulé, en el cual podían participar los tres grupos más ricos. Estas transformaciones son consideradas un paso a la democratización de la sociedad ateniense.

Las reformas de Solón no solucionaron completamente los problemas de Atenas, por lo que continuaron existiendo algunas tensiones sociales en su interior. Surgió entonces la figura de Pisístrato, quien, apoyado por campesinos, industriales y comerciantes, tomó el poder en el año 561 a.c., erigiéndose como tirano hasta el año 527 a.C..

De la tiranía a la democracia:

Pisístrato intentó aliviar el descontento repartiendo tierras entre los campesinos y creando fuentes de trabajo para estimular la actividad comercial, intensificó también la explotación de las minas del Ática. Su gobierno fue un periodo de paz y prosperidad para Atenas. Los nobles se oponían a los gobiernos tiranos, por lo que logran recuperar el poder tras la muerte de Hiparlo, hijo de Pisístrato, en el año 514 a.C.

Los atenienses siguieron en busca de una forma de gobierno en la que todos los grupos sociales pudieran participar. Fue así como en el año 507 a.C., un nuevo líder, Clístenes, cambió el concepto de gobierno de unos pocos (oligarquía), por el gobierno de muchos dando el impulso a la Democracia, al ampliar el número de personas que participaban en als desiciones del estado, estableciendo la igualdad de derechos para todos los ciudadanos. Para esto dividió la población de la ciudad en un centenar de demos. Cada individuo tenía que estar inscrito en el demos o vecindad para poder votar y cada tribu elegía 50 representantes que integraban el consejo de la Bulé, aumentando así en 100 personas este organismo. Las otras magistraturas, especialmente la Ecclesia, van a ser más accesibles a todos los ciudadanos.

Griegos y persas: las guerras médicas:

Mientras florecía la democracia en Atenas en el siglo V a.C., se había extendido el imperio Persa desde la meseta de Irán hasta las costas del mar egeo, amenazando la independencia y las rutas comerciales de las ciudades de la Grecia Asiática. Ambas culturas se enfrentaron en las llamadas Guerras Médicas, iniciadas por la rebelión de las ciudades griegas al nuevo poder persa. En esta confrontación se puso a prueba el sentimiento de unidad y solidaridad de Atenas y las demás polis con sus hermanas de las costas de Asia Menor.

El poder militar de los persas, encabezados por su rey Darío, terminó por derrotar la rebelión de las ciudades griegas, junto con destruir a la más importante de todas: Mileto. Los persas, se sintieron con el derecho de castigar a los atenienses por su apoyo al levantamiento de Asia menor, enviando una expedición que fue derrotada en Maratón, 490 a.C. Diez años después, tras la muerte de Darío y la ascensión de su hijo Jerjes, se iniciaron las hostilidades en la batalla naval de Salamina, 480 a.C., en la que los persas fueron derrotados, hecho que puso fin a sus pretensiones sobre la Grecia continental.

Controlada momentáneamente la amenaza persa, als ciudades griegas se unieron en la liga defensiva conocida con el nombre de Liga de Delos. Atenas, su líder, se convirtió en la potencia hegemónica de Grecia, por el poderío de su flota y su rol de protectora del tesoro que la liga había formado con el tributo de cada ciudad.

En la sociedad griega había profundas diferencias, ya que solo los ciudadanos poseían plena libertad y derechos políticos. Entre ellos se contaban a los ricos terratenientes, comerciantes, artesanos y jornaleros, eran los hombres libres, nacidos de padre y madre atenienses. Los otros grupos estaban excluidos de la participación en el gobierno, como es el caso de los metecos, extranjeros libres residentes en Atenas que se dedicaban al comercio y la administración de talleres artesanales, y los esclavos, el último grupo de la sociedad y la principal fuerza laboral. En Atenas, igual que en otras polis, se practicaba la esclavitud de los hombres, muchas veces prisioneros de guerra, niños abandonados desde su infancia por sus padres, vendidos o robados por piratas. Carecían de libertad y derechos, siendo propiedad absoluta de su dueño. Las mujeres también estaban excluidas de toda participación política.

El siglo de oro ateniense: la luz de la Democracia.

Con Pericles se afianzó la democracia y se experimentó un desarrollo cultural de todas las áreas. Se efectuó también una reforma en el sistema político ateniense: la Ecclesia se transformó en el organismo fundamental a través del cual se expresaba la voluntad popular; la Bulé aconsejaba a la Asamblea Popular, redactando leyes y asesorando la aplicación de la ley, el Arcontado se convirtió en un cargo honorífico sin atribuciones políticas, extendiéndose el derecho a elegir esta magistratura entre quienes no tenían derecho a voto, y finalmente, se puso a la cabeza del gobierno al Estratego, elegido para dirigir la guerra y administrar el ejercito, además de controlar la política exterior.

Los derechos políticos de los ciudadanos se difundían públicamente en el teatro y las celebraciones. Todos querían participar, y se sentían responsables de un destino común para ellos y para sus hijos. Los logros de Pericles fueron coronados por la riqueza de Atenas, fundada en sus minas de plata, en el comercio y la administración del tesoro que le proporcionaba el control de La Liga de Delos. Todas estas transformaciones y logros han llevado a consignar este tiempo como el siglo de Pericles o Siglo de Oro de Grecia.